martes, 23 de agosto de 2011

Trío de ases

Un buen lunes:



9:15 -> Desayuno con L. Llega, como siempre, sonriente al ritmo rápido marcado por la música. Nueva camiseta con alfabeto extraño para que no me olvide de su último destino ;-) Chocolate, confidencias, regalos improvisados y primer abrazo con síndrome postvacacional. Primer síntoma de que me va a costar irme de nuevo... Es definitivo: echo mucho, MUCHO de menos estos encuentros improvisados, todo el tiempo a su lado me parece poco.



12:30 -> Aperitivo con J. Aparca su inglés y su cara seria para pasar a un sonriente y fluido castellano, donde nos quitamos la palabra el uno al otro al intercambiar impresiones de Croacia. Segundo encuentro, segunda crónica de vacaciones, y más abrazos que echaré de menos en las islas. Acostumbrarse a lo bueno siempre es fácil.





14:15 -> Contra todo pronóstico, comida con D. Hace un paréntesis en su lunes de entrega estresante para comer. Y pasan lentos los minutos como si quisieran estirarse un poco para nosotros. Recuerdos cálidos que llegan por ráfagas. Siento que su mirada y su sonrisa, tan verdaderas, no cambian. Hubo tiempo para café y paseo hasta el centro, sus teléfonos mudos y el mío out of order. Cambian las circunstancias pero no la sensación de conocernos desde siempre, aunque no sé si él es consciente de ello en la vorágine de mundo en el que se mueve.

Después, paseo para recoger la maleta, metro entre peregrinos, colas en el aeropuerto. Mi móvil sin batería no me permite más despedidas ni un minuto de tristeza telefónica. De mi trío de chicas me despedí por la mañana. Y ya no hubo tiempo para nada más.

Ahora toca seguir jugando en las islas.

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