... vino a los dos días de mudarme, dentro de la maleta de mi salvavidas holandés en la que que fue la primera visita en las islas.
No pudo ser un regalo más adecuado: esta pareja de chinitos sonrientes que son un salero y un pimentero diseñados por Alessi. Cuando vi la caja supe de golpe lo que había dentro, y toda la alegría que vino de golpe no cabía en mi casa nueva.
Mi amiga I. recordó las excursiones por las tiendas de decoración de Groningen, donde todo me gustaba para llevarme y donde tenía que hacer esfuerzos para no llenar (todavía más) la maleta que tenía que regresar conmigo a Madrid. Y esta vez vino en su maleta para mí, durante mi primera semana como anfitriona en mi nuevo hogar, a dos días de haberme mudado aquí. Ella sabía que me gustaría su regalo, no sólo porque son graciosos, alegres y coloridos, sino por lo que había detrás. Fue un gran regalo el estar con ella esos días, como en febrero, como en Holanda, como siempre.
Gracias a I. sobreviví a la experiencia holandesa, cuando cada día era para mí muy difícil de llevar, cuando sentía todo el peso del cielo sobre mi cabeza y la lluvia me calaba dentro, muy dentro. Sin ella no tendría los buenos recuerdos que guardo de aquellos meses, sólo nubes grises. Y desde entonces, desde el 2006 ni más ni menos, hemos estado cerca pero lejos, gracias a las nuevas tecnologías.
Ahora, cada vez que veo los dos chinitos sonrientes la veo a ella, a alguien que ha sabido verme y leerme desde el principio, que ha sido paciente conmigo y que me ha abrazado cuando lo he necesitado. También ha sido con quien he reído tanto y quien me ha mostrado otra manera ver las cosas aunque a mí no me gustara tanto...
Soy muy afortunada por compartir con ella la sal de la vida. Ahora, dentro de unos chinitos sonrientes que están un lugar privilegiado del salón de mi nueva casa.
PD: Ayer me dijeron que es costumbre regalar un salero y un pimentero al estrenar casa para dar suerte... y por ahora parece que va funcionando :-)
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