viernes, 5 de febrero de 2010

Relatividad... por "El Principito"

CAPÍTULO IV



Había así aprendido una segunda cosa muy importante: ¡que su planeta de origen era apenas más grande que una casa!

Eso no podía sorprenderme mucho. Bien sabía que aparte de los grandes planetas como la Tierra, Júpiter, Marte, Venus, a los que se les dio nombre, hay otros centenares que son a veces tan pequeños que cuesta mucho divisarlos con el telescopio. Cuando un astrónomo descubre uno de ellos, lo bautiza con un número. Lo llama por ejemplo: "el asteroide 3251."

Tengo serias razones para creer que el planeta de donde venía el principito es el asteroide B 612. Ese asteroide no fue visto más que una vez con telescopio, en 1909, por un astrónomo turco.

Había hecho entonces una gran demostración de su descubrimiento en un Congreso Internacional de Astronomía. Pero nadie le había creído a causa de su vestimenta. Los adultos son así.

Afortunadamente para la reputación del asteroide B 612, un dictador turco impuso a su pueblo, bajo pena de muerte, vestirse a la europea. El astrónomo repitió su demostración en 1920, con un traje muy elegante. Y esta vez todo el mundo estuvo de acuerdo con él.

Si les he contado estos detalles sobre el asteroide B 612 y si les revelé su número, es a causa de los adultos. A los adultos les gustan los números. Cuando uno les habla de un nuevo amigo, nunca preguntan sobre lo esencial. Nunca te dicen: "¿Cómo es el sonido de su voz? ¿Cuáles son los juegos que prefiere? ¿Colecciona mariposas?" Te preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?" Sólo entonces creen conocerlo. Si uno dice a los adultos: "Vi una bella casa de ladrillos rosas, con geranios en las ventanas y palomas en el techo..." no logran imaginársela. Hay que decirles: "Vi una casa de cien mil francos." Entonces exclaman: "¡Qué lindo!"

Así, si uno les dice: "La prueba de que el principito existió es que era encantador, que reía y que quería un cordero. Cuando se quiere un cordero, es prueba de que se existe", alzarán los hombros y ¡te tratarán como a un niño! Pero si uno les dice: "El planeta del que venía es el asteroide B 612", entonces quedarán convencidos y no molestarán más con sus preguntas. Son así, no hay que disgustarse con ellos. Los niños deben ser muy indulgentes con los adultos.

Pero, claro está, ¡nosotros que comprendemos la vida nos burlamos de los números! Me hubiera gustado comenzar esta historia a la manera de los cuentos de hadas. Me hubiera gustado decir:

Había una vez un principito que vivía en un planeta apenas más grande que él, y que necesitaba un amigo..." Para quienes comprenden la vida, habría resultado mucho más cierto.

Porque no quiero que mi libro se lea a la ligera. Siento tanta pena al contar estos recuerdos. Hace ya seis años que mi amigo se fue con su cordero. Si intento acá describirlo, es con el fin de no olvidarlo. Es triste olvidar a un amigo. No todo el mundo tuvo un amigo. Y puedo transformarme en un adulto que no se interesa más que por las cifras. Es entonces por eso que compré una caja de colores y lápices. Es duro volver a ponerse a dibujar, a mi edad, ¡no habiendo hecho más tentativas que las de una boa cerrada y una boa abierta, a la edad de seis años! Trataré, por supuesto, de hacer retratos lo más fieles posibles. Pero no estoy bien seguro de lograrlo. Un dibujo va, y el otro ya no concuerda. Me equivoco también un poco con la estatura. Acá el principito es demasiado grande. Luego demasiado pequeño. Titubeo también sobre el color de su ropa. Entonces tanteo así y asá, mal que bien. Me puedo equivocar incluso en detalles más importantes. Pero me tendrán que perdonar. Mi amigo no daba nunca explicaciones. Posiblemente me creía parecido a él. Pero yo, lamentablemente, no puedo ver corderos a través de las cajas. Quizá sea un poco como las personas mayores. Debo haber envejecido.


Yo soy afortunada... ya no veo corderos dentro de cajas, pero eso era necesario para mí. Veo un mundo lleno de colores, y amigos, muy buenos amigos :-)
¡¡Gracias!!

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